Una mujer se disfrazó de prostituta para localizar al asesino de su nieto. Entregó las pruebas pero la justicia se niega a investigar
Ana María Sabo es una vecina de Quilmes Oeste que vio morir asesinado a su nieto Jonathan en la puerta de su casa cuando dos o más delincuentes pretendieron robarle su automóvil.
Ella escuchó gritos. Bajó desde el dormitorio y al llegar al living sintió casi en sus oídos la detonación del disparo que terminó con la vida de Jonathan Rodríguez Moreira, joven de 17 años que sacaba del automóvil la mochila que había dejado olvidada dentro del auto.

El hecho ocurrió el 26 de febrero de 2015 en Rodolfo López al 3.900 de Quilmes Oeste y desde entonces, la justicia no ha determinado ni ha hecho absolutamente nada para encontrar al homicida.
Cansada de la falta de determinación de fiscales y jueces, Ana María quiso seguir una pista que alguien le dio. La misma que había trasladado a la fiscalía N° 6 de Quilmes unos meses antes.
Por eso decidió disfrazarse de prostituta e ingresar así vestida en una villa cercana con la excusa de comprar droga.
La pista era cierta. En una casilla del interior de la villa pudo ver al asesino de Jonathan. Esta vez le vio el rostro completo y hasta pudo fotografiarlo con su teléfono celular. No dudo en identificarlo: Era quien le disparó a su nieto y huyó en el automóvil de su cómplice. Aquella vez había visto la mitad de la cara, pero ya tenía claro de quien se trataba. El mismo sujeto que a bordo de una motocicleta sin patente pasaba frente a su casa y hacía con su mano como que disparaba.
Con estos elementos, con la foto tomada en su celular y luego impresa, fue a la UFI N° 6 de Quilmes para reclamar que detengan al sujeto. La respuesta fue que –como sólo le vio media cara el día del crimen- la comprobación no alcanzaba como prueba.
La insólita respuesta vuelve a mostrar el desinterés de la justicia y al apego a un exceso de galantismo, inexplicable ante un homicidio.
Ni siquiera tomarse el trabajo de identificarlo, mandar a investigar a esa villa donde Ana María pudo ingresar disfrazada.
La mujer debió mudarse de su domicilio por las constantes amenazas. En la UFI N° 6 sólo atinaron a decirle que no difundiera ni el nombre ni la foto del posible asesino de su nieto y tampoco la villa donde habita.
Ana María cumplió el pedido. En las notas que brindó a distintos medios, ocultó la información. Sin embargo ese silencio tampoco le sirvió para que buscaran al sujeto que le quitó la vida a su nieto.
Dentro de 3 años la causa prescribirá. El asesino de Jonathan hasta podrá vanagloriarse públicamente del crimen y los miembros de la Fiscalía 6 aprovecharán la pileta de natación que alguno de ellos tenga en una casa de un barrio privado para amortiguar el calor de los insoportables febreros
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